miércoles, 17 de junio de 2009

DOS MESES Y MEDIO, PROBABLEMENTE.



Aún falta tanto como terminar el curso y vivir el verano. Aún se nos hace tanto que aún estando presentes en este viaje no lo estamos. Es un deseo, aún. Es un no saber y ni siquiera nos recorre la electricidad de emprenderlo aún, tan inmersos como seguimos en nuestra vida de hoy y mañana. Pero probablemente el 2 de septiembre volemos en un avión rumbo a Perú, que será nuestro primer destino, ese Perú hoy en que algunos azotan a su propia tierra. Y probablemente después caminemos hacia Bolivia. Y probablemente después hacia Chile. O tal vez no pasemos nunca de Bolivia o de Sudamérica. No importa mucho.
Probablemente sigamos hacia Isla de Pascua, donde probablemente la sonrisa de Juanlu y su abrazo nos hagan seguir sintiendo que estamos en casa, y puede ser que tras ver Samoa volemos a Nueva Zelanda y Australia. Tal vez ya nos hayamos quedado para entonces en Samoa y nunca más volvamos o simplemente paremos en el Océano Pacífico por el resto del viaje.
Pero si no es así entonces nos dirigiremos a Vietnam y después a China y terminaremos volando a la India, que parece tan lejana, tan lejana. Quizás de la India no pasemos y nos sentemos al lado del Ganges a vivir o a dejar que transcurran el resto de nuestros meses de viaje o a disfrutar de la compañía de las lindas Mimi y Meri Jo, nuestras deliciosas compañeras de la cena poética.
Pero si siguiésemos, entonces, volaríamos a Madagascar, y tendríamos que volver a ponernos alas para llegar a Namibia. Puede ser que hasta visitásemos Botswana o Senegal.
Probablemente sucederá. Probablemente suceda cualquier otra cosa. Fluir con las probabilidades presentes serán los pasos de nuestro viaje, probablemente. Porque probablemente nos dejemos pasear por todo este mundo, ay, tan inmenso, ay, tan sorprendente, por sus afueras y si, probablemente, queremos y nos quieren, por sus adentros.

Probablemente alguno más de vosotros, amigos, desee caminar o volar o coger un tren hacia alguno de estos destinos y compartirnos en estos rincones de la tierra, bajo las suelas y en los zapatos.

OJALÁ.